1. Se cortan los calabacines en rodajas de medio centímetro de grosor y se colocan en una cacerola con agua caliente. Hay que poner poco agua porque el calabacín suelta mucho líquido. Se añaden las cebollas y los ajos, finamente picados, la hoja de laurel y el aceite.
2. Cuando el calabacín esté cocido se agrega un chorro de vinagre, en cantidad suficiente para que su presencia se note en el guiso.
Fuente: Diez Minutos